miércoles, 3 de diciembre de 2008

La historia de quando fuimos a andar y la cosa se complicó (2ª y última parte)

Una tormenta se reveló a lo lejos, estallando con furia y avisándonos de su llegada. Las cosas nó podían pintar peor, o eso pensábamos... Alertados por la proximidad de la tormenta, nos olvidamos de encontrar el camino de vuelta y comenzamos a buscar qualquier sitio que nos sirviera de refugio, tarea difícil ya que el sol había desaparecido por completo y nó veíamos dos metros por delante nuestro. Sin darnos tiempo a decidir qué dirección tomar, un trueno rugió de nuevo aún más fuerte que los anteriores; era necesario ponerse en marcha inmediatamente, y así lo hicimos, completamente al azar y perdiendo del todo la poca orientación que nos quedaba.

Caminando en medio de la oscuridad y siguiendo lo que algún tiempo atrás pudo ser un sendero, sorteábamos los matorrales que cada vez se hacían más espesos, queriendo oír la tormenda cada vez más lejos, pero que inevitablemente se acercaba a nosotros. Los nervios, la oscuridad y el miedo nó ayudaban en nada; el cansancio acumulado durante el día lo empeoraba bastante; las primeras gotas, frías como el yelo, lo jodían del todo. Nó había otra opción que seguir caminando.

- Oye tú, ¿quánto llevamos andando?

- Yo qué sé, esto es una mierda y estoy helado.

- El año que viene nos vamos a la playa.

- Joder, será si salimos de esta.

- Bah... nó hay peligro de que nos coman, ya nó quedan linces en el Pirineo.

- A mí me dan más miedo los osos, tío.

- Tranqui, que osos tampoco quedarán muchos.

- Joder, vaya mierda de naturaleza ni hostias...

Y entonces un relámpago interrumpió nuestra charla para mostrarnos algo muy interesante:


Un segundo más tarde, la luz se apagó y llegó a nuestros tímpanos la onda expansiva de aquel trueno. Poco nos importaban ahora los osos y los truenos, aquella rústica señal hecha en el suelo con ramas, nos indicaba que debíamos estar cerca de algún kampin.

- Quizás ese hueco entre los matojos sea un camino y lleve hasta el kampin.

- Nó sé, yo nó veo nada, y me duelen las piernas ya, pero bueno, tira a ver, peor nó podemos acabar.

Y tiramos por el pretendido camino, completamente inundado de barro y que debía llevarnos al kampin. La marcha se hacía una tortura, agotados como estábamos y con la montaña, la noche y el cielo en nuestra contra. Pero era el camino... sólo un poco más y llegaríamos, lo presentíamos.

Sin embargo la emoción de estar cerca del kampin nó pudo con el agotamiento y quando vi un hueco entre unas rocas, bastante resguardado de la lluvia, propuse:

- Eh, que nó puedo más, vamos a descansar ahí que parece que nó nos mojamos.

- Qué más da, si ya estamos empapados... pero sí, tira, que yo tampoco puedo más.

Y ahora estamos los dos aquí, sentados con los cuerpos pegados a la roca desde hace más de una hora, mientras yo continúo escribiendo la historia que VikabO empezó y nó pudo acabar. El descenso de temperatura en pocas horas ha sido brutal y parece que nó está aguantando el frío, pues cada vez tiembla menos. El haber salido con ropa de verano nos ha hecho mucha mella y ahora lo estamos pagando. Yo tengo la mente cada vez más confusa y me cuesta concentrarme. Escribir estas líneas me ha servido para mantenerme activo, dentro de lo posible, pero me está entrando un sueño insoportable. Lo mejor será que duerma un ratín, podré escribir el final quando despierte...

1 comentario:

Excéntrica dijo...

No fumo PARA las fotos, tampoco me había dado cuenta que había tantas fotos de eso... um...
Un beso!